Aunque siempre huyó, por simplificadoras, de las definiciones, el estilo escultórico de José Antonio Abella podría definirse como «vitalismo poético». En su opinión y palabras, gran parte del arte del siglo XX muestra una disociación entre el artista y la realidad social representada por el espectador. Obras que han cavado un foso entre los ojos y el corazón despierto, el cerebro emocional. No se trata de la superada lucha entre lo concreto y lo abstracto, sino entre la emoción gozosa de la contemplación y la perplejidad experimentada (con demasiada frecuencia) ante la pirueta vacía, la provocación sin objetivo, la novedad como valor absoluto. Quizá por eso, admiraba la escultura Shona de Zimbabue, y encontraba fascinante la respuesta que Damian Manuhwua, uno de sus principales exponentes, diera al ser preguntado por ciertas enormes y famosas esculturas minimalistas en Estados Unidos: «Creo que podría hacer unas buenas esculturas de estas piedras».
Para la organización de este catálogo digital hemos clasificado la obra escultórica de Abella en cuatro categorías: la edad de piedra, la edad del hierro, la edad del bronce y arquitecturas imaginarias. Las tres primeras se basan en los materiales constructivos y coinciden, con algún que otro salto en la cronología, con tres etapas diferenciadas en su producción artística:
En los siguientes enlaces incluimos imágenes de diferentes obras pertenecientes a cada una de las categorías, encontrándose el presente catálogo escultórico digital en proceso de construcción: