La edad del bronce

José Antonio Abella trabajando en su taller (1999).
José Antonio Abella trabajando en su taller (1999).

 

En esta página hemos incluido las obras fundidas en bronce con la técnica del moldeo a la cera perdida de José Antonio Abella, quien a lo largo de su carrera escultórica trabajó fundamentalmente con la Fundición artística Yunta de Fuenlabrada (Madrid). Para organizar el contenido de la página hemos clasificado sus bronces en las siguientes categorías:

Este catálogo escultórico digital se encuentra en proceso de construcción. Para una mejor visualización, las imágenes de las esculturas aumentan de tamaño al pasar el ratón o al pinchar en ellas. Asimismo, se puede ampliar la información sobre algunas obras al hacer clic en el botón desplegable correspondiente.


 

Primeras piezas en bronce

 

Madre e hijo (Corazón)  — 1983/98

Madre e hijo (Corazón). 1983-1998
Bronce. 47 x 25 x 13 cm
Número de ejemplares: 9

Comentario del autor:

Hay esculturas que producen sosiego y ésta, para mí, es una de ellas. Fue tallada cuando mi hijo pequeño no había cumplido su primer año. Luego, a lo largo de casi tres lustros, hasta su fundición en 1998, su frágil modelo de yeso soportó cuatro mudanzas, un invierno a la intemperie y múltiples meses de olvido en trasteros con pésimas condiciones. A pesar de ello, resistió sin apenas sufrir daños. Por ello, el enorme corazón común que une las cabezas de la madre y el hijo, además de su evidente simbolismo, representa para mí el deseo de permanencia de la propia materia, ajeno a mi voluntad, la aspiración de todo ser a permanecer en sí mismo que proclamaba Spinoza.


Hombre de cuello largo

Hombre de cuello largo
Bronce. 36,5 x 17,5 x 11 cm
Número de ejemplares: 7


 

Torso de mujer

Torso de mujer
Bronce. 32,5 x 17 x 9,5 cm
Número de ejemplares: 7



 

Bronces de pequeño formato

Una parte significativa de los bronces de José Antonio Abella son piezas de pequeña escala realizadas a modo de proyectos para realizar esculturas y monumentos de mayores dimensiones. Algunos de ellos terminaron materializándose (véase la sección monumentos y esculturas públicas) y otros no.

 

Labrador — 1988

Labrador. 1998
Bronce. 34 x 36 x 26 cm
Número de ejemplares: 1

Labrador [vista lateral derecha]

Labrador [vista lateral derecha]

Labrador [vista lateral izquierda]

Labrador [vista lateral izquierda]

Labrador [vista posterior]

Labrador [vista posterior]

Se trata de una prueba de autor previa a la realización del Homenaje a las generaciones precedentes. La escultura representa la figura adulta de un campesino que lleva a hombros a un niño pequeño junto con su azada.

 

Proyecto de monumento al donante de órganos

Al donante de órganos
Bronce. 34,5 x 10 x 12,5 cm
Número de ejemplares: 1

Proyecto de monumento dedicado al donante de órganos. El niño levantado en brazos se corresponde con el hueco que hay en el tronco de la figura adulta que lo sostiene como una metáfora de la vida que sigue adelante gracias a la generosidad de los donantes y sus familias.


 

Tubista — Ca. 2001

Tubista. Ca. 2001 [vista frontal]
Bronce y caliza. 20 x 14 x 14 cm
Número de ejemplares: 2

Tubista (vista superior)

Tubista [vista superior]

Los dos ejemplares fundidos en bronce son propiedad de Óscar Abella y de Susan Culbertson. Ambas piezas son pruebas de autor para realizar una escultura de mayores dimensiones que quedó inconclusa.


 

Paternidad o El abrazo del padre — 2002

Paternidad o El abrazo del padre. 2002
Bronce. 30 x 17 x 12,5 cm
Número de ejemplares: 7

El abrazo del padre [vista lateral]

Paternidad o El abrazo del padre
[vista lateral]

Uno de los siete ejemplares fundidos es propiedad de los herederos de Ignacio Gárate (1953-2022). Otro de ellos fue un encargo del tubista Mel Culbertson (1946-2011) como regalo de boda para su alumno Tobías Isern.


 

Juan Bravo al pie del cadalso — 2004

Juan Bravo. 2004.
Bronce. 41 x 13 x 14 cm
Número de ejemplares: 3

Juan Bravo [vista posterior]

Juan Bravo [vista posterior]

Esta escultura, que representa a Juan Bravo al pie del cadalso, fue realizada como proyecto para erigir un monumento de mayores dimensiones en la localidad segoviana de Muñoveros, que no llegó a materializarse.

▶ Más información

Juan Bravo (1483-1521), regidor y capitán de las milicias de Segovia, fue uno de los principales líderes comuneros en la guerra de las Comunidades de Castilla. Tras su derrota frente a las tropas realistas en la batalla de Villalar será apresado y ejecutado junto a Juan de Padilla y Francisco Maldonado, ya en la mañana del 24 de abril de 1521. Cuando su cuerpo fue trasladado a la ciudad de Segovia las autoridades tuvieron dificultad para sofocar el gran tumulto de indignación. Según la tradición oral, se cree que algunos de sus amigos y fieles acudieron a la sepultura de Juan Bravo en el Convento de Santa Cruz, bajo el temor de que su tumba fuera profanada, llevándose sus restos a Muñoveros, municipio segoviano donde el capitán comunero tenía algunas posesiones que recibió como dote de su matrimonio con Catalina del Río.

La escultura muestra al líder segoviano en los momentos previos a su ajusticiamiento, vencido y maniatado, pero con la cabeza alta y lleno de pundonor. Su valentía y dignidad en el momento previo a su ejecución ha quedado documentada. Así, Modesto Lafuente cuenta en su Historia general de España (1867) lo siguiente:

Llegada la hora salieron los tres sentenciados [Bravo, Padilla y Maldonado] camino del lugar donde había de ejecutarse el suplicio (...). Como en la carrera fuese gritando el pregonero: «Esta es la justicia que manda hacer S. M. y los gobernadores en su nombre a estos caballeros, mándanlos degollar por traidores...».
–«Mientes tú, y aun quien te lo mandó decir –exclamó altiva y fieramente Juan Bravo–: traidores no, mas celosos del bien público y defensores de la libertad del reino». A lo cual le contestó con noble entereza Padilla: «Señor Juan Bravo, ayer fue día de pelear como caballeros, hoy lo es de morir como cristianos». El capitán segoviano guardó silencio, y así llegaron a la plaza. –«Degüéllame a mi primero –le dijo al verdugo–, porque no vea la muerte del mejor caballero que queda en Castilla».
(Libro I, capítulo V).

Un ejemplar de la escultura se encuentra en el Ayuntamiento de Muñoveros (Segovia).



 

La doma  — Ca. 2005

La doma. Ca. 2005
Bronce. 45 x 43 x 37 cm
Número de ejemplares: 2


 

Pequeño pastor — 2008

Pequeño pastor. 2008
Bronce. 21 x 14 x 9 cm
Número de ejemplares: 6

Pequeño pastor [vista lateral derecha]

Pequeño pastor [vista lateral derecha]

Pequeño pastor [vista lateral izquierda]

Pequeño pastor [vista lateral izquierda]

Se trata del protagonista del Monumento a la Trashumancia en una escala aproximada de 1:17. A diferencia de otros bronces, en este caso la escultura de grandes dimensiones ha precedidio en varios años a la de menor tamaño. Así pues, esta pequeña pieza comparte los principales detalles y elementos distintivos de su hermano mayor, como sus grandes botas, el amplio zurrón a la espalda, su largo cayado recto y la forma piramidal de la figura, que transmite una profunda sensación de solidez y potencia.



 

Bronces de gran formato

En esta sección hemos incluido las esculturas fundidas en bronce de mayores dimensiones que han sido expuestas en diferentes muestras y exposiciones.

 

To Kyriótero (Lo principal) — 1999

Το κυριώτερο (Lo principal). 1999
Bronce. 76 x 69 x 29 cm
Número de ejemplares: 1

Escultura seleccionada y expuesta en la XIII Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes, organizada por el Consejo Superior de Deportes del Ministerio de Educación y Cultura.

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Comentario del autor:

Con demasiada frecuencia se confunde deporte con rivalidad. La afirmación de un equipo se hace sobre la negación de otro, y contrincante se convierte en sinónimo de contrario. Nada más lejos del espíritu deportivo, donde la confrontación se mide por el respeto mutuo, por la aceptación común de las reglas, por el reconocimiento a la complementariedad del contrincante.

En el terreno de juego, todos somos iguales entre iguales. La fortaleza y habilidad del otro nos dan la medida de nuestra propia habilidad y fortaleza. Sin ese talante de confraternidad, el deporte pierde su verdadero sentido.

Το κυριώτερο (To kyriótero), cuya raíz griega (κύριε, kyrie) significa señor, es una escultura animada por tal espíritu. Sus figuras no recogen el momento esplendoroso del triunfo, el esfuerzo llevado a su límite, la belleza del cuerpo humano en movimiento, la grácil pirueta del músculo en acción. Recogen algo físicamente más sencillo y anímicamente más valioso: un apretón de manos, un sincero y noble apretón de manos en el que convergen las líneas de fuerza de la escultura y en el que deberían convergir las líneas de fuerza del deporte.

Por encima del dinero y de la fama, del espectáculo y de las pasiones, de los goles y de los resultados, ningún premio, ninguna medalla, ninguna copa son comparables a ese gesto sencillo con el que los deportistas reflejan lo mejor de su condición, su calidad humana. Το κυριότερο. Lo principal. Lo importante. Señores entre señores.



 

Toujours en avant (Siempre adelante) — 1999

Toujours en avant (Siempre adelante). 1999
Bronce. 125 x 55 x 40 cm.
Número de ejemplares: 1

Obra seleccionada y expuesta en el Salón Internacional Itinéraires 99. Levalloise (París)

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Comentario del autor:

Salimos de un siglo paradójico, maravilloso y terrible al mismo tiempo. La ciencia y la tecnología se han desarrollado de un modo extraordinario, en nada paralelo a la evolución de la sabiduría y el corazón humanos.

Nunca fue más fácil la vida del hombre sobre la Tierra. Y nunca más difícil. Las peores guerras han asolado este siglo. Millones de muertos por el hambre y la metralla. Los poetas conviven con los francotiradores. Los microondas con las minas antipersonas.

Cada hombre es todos los hombres. Hechos de barro y sueños, heridos por la esperanza y mutilados por la realidad, nuestro sentido es seguir hacia adelante, reinventar cada mañana la utopía, arrastrar nuestra incertidumbre en pos del sueño que nos hace humanos.



 

Le temps (El tiempo) — 1999

Le Temps (El Tiempo). 1999
Bronce. 125 x 59 x 30 cm
Número de ejemplares: 1

Obra seleccionada y expuesta en el Salón Internacional Itinéraires 99. Levalloise (París)

▶ Más información

Comentario del autor:

Siempre me han gustado las tortugas. Representan el origen, la sabiduría, la longevidad. Son imagen de un estado primitivo de la vida en la Tierra. Pasado que pervive en su lento caminar. Duermen, enterradas, en invierno. Despiertan con la primavera. No viven contra el tiempo ni contra el mundo. Ellas mismas son su propio refugio, su morada, su ataúd.

En contraposición con la lentitud sabia de las tortugas, con su adaptación a los ciclos de la Naturaleza, el ser humano vive en continuo vértigo, con la velocidad como bandera, siempre luchando para que sean el tiempo y la Naturaleza quienes se adapten a sus deseos.

Por eso, la imagen de un hombre cabalgando una tortuga resulta trágica y cómica al mismo tiempo. Trágica y cómica como el imposible afán por detener lo inexorable, de querer persistir a cualquier precio, de vivir como si la eternidad fuese la medida de nuestros actos.



 

Clarinetista en el espejo — 2000

Clarinetista en el espejo. 2000
Bronce. 46 x 26 x 14 cm
Número de ejemplares: 1

Clarinetista en el espejo [detalle]

Clarinetista en el espejo [detalle]


 

Edelgard — Ca. 2006

Edelgard. Ca. 2006.
Bronce. 55 x 38 x 77 cm
Número de ejemplares: 3

Obra finalista en el II Certamen Iberoamericano de las Artes.

Edelgard Lambrecht es la protagonista de La sonrisa robada, novela galardonada con el XII Premio de la Crítica de Castilla y León y que le llevó varios años de documentación y viajes a su autor.

▶ Más información

Entre enero de 1949 y diciembre de 1953, esta joven alemana, aquejada de una extraña enfermedad muscular y con un pasado trágico —marcado por la Segunda Guerra Mundial, su expulsión de Pomerania y el sufrimiento infligido por los soldados rusos y polacos— intercambiará una intensa correspondencia con el poeta español José Fernández Arroyo. En aquellas cartas se destila la sensibilidad extraordinaria de Edelgard, su anhelo por sobreponerse al infortunio y su amor a todo lo que en la vida merece ser amado.



 

Adolescente dormida — Ca. 2006

Adolescente dormida. Ca. 2006
Bronce. 28 x 68 x 50 cm
Número de ejemplares: 1



 

Trofeos y encargos

 

El paciente que sufre — 2001

El paciente que sufre (Médico y paciente). 2001.
Bronce. 35 x 14 x 10 cm
Número de ejemplares: 23

Trofeo para el Premio «Andrés Laguna» del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Segovia. Un ejemplar se encuentra expuesto en el Centro Didáctico de la Judería de Segovia (calle Judería Vieja, 12). 📌


 

Torso de caballero — 2001

Torso de caballero. 2001
Bronce. 12,5 x 11 x 5 cm
Número de ejemplares: 173

Edición de 170 ejemplares, más tres pruebas del autor. De esta edición, única e irrepetible, los 150 primeros ejemplares han sido realizados en exclusiva para Caja Segovia. El autor certifica que, tras la fundición del último ejemplar, los moldes fueron destruidos.

▶ Más información

Comentario del autor:

Ninguna riqueza es comparable al tesoro de la vida. El caballero lo sabe, y por eso protege su torso con una fuerte coraza. Pero también sabe que ni la plata, ni el oro, ni tan siquiera la vida son el único tesoro, que los tesoros más valiosos son aquéllos que se poseen sólo cuando se dan, que los corazones acorazados son siempre corazones ruines. ¿Qué coraza puede proteger el espíritu, los sueños, la virtud, el amor, la verdadera nobleza?

Quizá por eso la cabeza del caballero mira al cielo, sin celada ni recelo, con la confianza de saber que una fuerte coraza protege el tesoro de sus latidos, pero que ninguna coraza constriñe el tesoro de sus ideales, su corazón verdadero.



 

Trofeo para el Premio «Agapito Marazuela» — 2008

Premio «Agapito Marazuela» de Nueva Creación en Folklore. 2008
Bronce. 37 x 19 x 13 cm
Número de ejemplares: 8

Se trata del trofeo para el Premio «Agapito Marazuela» de Nueva Creación en Folklore de Valverde del Majano, Segovia. Esta pieza fusiona distintos elementos musicales en una forma orgánica: La base de la figura representa de forma simultánea una guitarra y un torso humano; el mástil del instrumento es a su vez la plica de una semicorchea, que termina en dos volutas que recuerdan a las clavijas de la guitarra, y que son también el brazo, la cabeza y el cuello de un dulzainero.



 

Obras mixtas de bronce y hierro

 

Hombre al borde de un pozo (Narciso) — 1995

Hombre al borde de un pozo, también llamado Narciso. 1995
Bronce, acero y cristal. 50 x 49 x 43 cm
Número de ejemplares: 1



 

Relieves

 

Relieve conmemorativo de Andrés Laguna — 1999

Relieve conmemorativo de Andrés Laguna. 1999
Bronce. 70 x 40 x 9 cm

Relieve conmemorativo de Andrés Laguna [detalle]

Relieve conmemorativo de Andrés Laguna [detalle]

Con motivo de la celebración del quinto centenario del nacimiento de Andrés Laguna (1499), este relieve de bronce, encargado por la Cámara de Comercio e Industria de Segovia, fue colocado en su casa natal, donde actualmente se ubica el Centro Didáctico de la Judería de dicha ciudad. 📌

▶ Más información

El Dr. Andrés Laguna fue un ilustre científico y humanista segoviano, médico del emperador Carlos V y del papa Julio III, traductor del Dioscórides y autor de numerosas obras, entre las que cabe destacar Europa que a sí misma se atormenta.

En el siglo XVII Diego de Colmenares dató el nacimiento de Andrés Laguna en el año de 1499. Tradicionalmente se aceptó sin crítica tal fecha hasta que los descubrimientos documentales del hispanista Marcel Bataillon, publicados en 1956, mostraron que Laguna, en realidad, no nació hasta once o doce años después.

En 1999, un grupo de entusiastas de este ilustre personaje segoviano quiso dar por buena la fecha de Colmenares y así involucrar a la ciudad de Segovia en la conmemoración del quinto centenario en lo que se denominó el Año de Andrés Laguna.

De lo que no cabe duda es de su nacimiento en Segovia. HIS IN AEDIBUS NATUS. Nacido en esta casa, por tanto, en 1510 o 1511. Allí daría sus primeros pasos y aprendería las primeras letras e inquietudes de la mano de su padre, médico también. Se puede consultar una biografía completa de este destacado personaje segoviano en el siguiente enlace.



 

Relieve para 'La Casa de la Música' de Valverde del Majano (Segovia) — 2008

Relieve con partitura de la Entradilla y manos de Agapito Marazuela. 2008
Bronce. 126 x 63 x 12 cm

Este relieve se ubica en la fachada de «La Casa de la Música» de Valverde del Majano (Segovia). 📌

▶ Más información

Agapito Marazuela (Valverde del Majano, 1891 – Segovia, 1983) fue un músico y folklorista que dedicó gran parte de su vida a la recuperación del folklore musical castellano, autor del Cancionero de Castilla la Vieja (1932), por el que recibió el Premio Nacional de Música en 1933. (Su cancionero no sería publicado hasta el año 1964, con el título de Cancionero segoviano.)

Marazuela nació en el seno de una familia muy humilde y fue el único superviviente de once hermanos. Por culpa de una meningitis mal tratada, a los siete años quedó casi ciego, perdiendo la visión en el ojo derecho y en gran medida en el izquierdo. En su adolescencia se ganó la vida como intérprete de dulzaina, y en 1920 se trasladó a Madrid, donde desarrolló su actividad como concertista y profesor de guitarra.

En 1932 ingresó en el Partido Comunista de España, estando muy involucrado con la actividad cultural de la II República. Al término de la Guerra Civil fue depurado por el franquismo y pasó gran parte de la posguerra en cárceles de Madrid, Burgos, Ocaña y Vitoria.

Con la transición democrática española su figura fue parcialmente restaurada. Fundó la Cátedra de Folklore y la Escuela de Dulzaina en Segovia. En su memoria, y en reconocimiento a toda una vida dedicada a la preservación del patrimonio cultural inmaterial castellano, se concede anualmente en Segovia el Premio Europeo de Folklore «Agapito Marazuela».




 

Monumentos y esculturas públicas

Esta sección incluye únicamente las esculturas ubicadas en espacios públicos de José Antonio Abella que han sido realizadas en bronce. Para ver otros monumentos y esculturas de gran formato pueden visitarse las páginas arquitecturas imaginarias y exposiciones y obra pública, dentro de esta misma web.

 

Monumento a las generaciones precedentes — 1999

Homenaje a las generaciones precedentes. 1999
Bronce. 73 x 65 x 45 cm (excluída la base)

Monumento a las generaciones precedentes [detalle]

Homenaje a las generaciones precedentes [detalle]

Monumento a las generaciones precedentes [vista lateral]

Homenaje a las generaciones precedentes [vista lateral]

Erigida en la Plaza Mayor de Muñoveros (Segovia) 📌 el 29 de mayo con motivo del Día de la Tierra, esta escultura que representa a un labrador llevando a hombros su azada y a un niño, se acompaña de un poema, escrito en bronce y situado en su base, que reproducimos a continuación.

SOBRE HOMBROS Y HAMBRE

Sobre hombros y hambre
ha crecido la Tierra.
A lo largo de siglos,
anónimos atlantes
sostuvieron el mundo
con sudor y con sangre.
Tú eras uno de ellos.
Un día, y otro día,
y así los días todos,
camino de los campos
crecían las auroras
sobre tus hombros, padre.
De sudor, no de lluvia,
nacieron los trigales,
de sudor las acequias,
los surcos alineados,
los árboles frutales.
De sangre nos hacemos.
De sudor y de sangre
los dones de la tierra,
el trigo, la manzana,
las patatas humildes,
la flor de los guisantes.
Tus hombros sostuvieron
un sueño bien sencillo:
vivir era dar vida,
vivir era bastante.
Tus hombros son hoy polvo,
limo, apenas nada,
pero ayer sostenían
–seguros, fuertes, grandes–
los arados, la tierra,
el pan y las auroras,
la luz de las estrellas.
Estás en mi recuerdo
con caminar pausado,
el sol en las pupilas
al final de la tarde.
Volvías del trabajo,
transportabas el mundo…
… Y yo iba en ese mundo,
sobre tus hombros, padre.

(José Antonio Abella, 1999)

▶ Más información

Este monumento Homenaje a nuestros mayores se erigió por el pueblo de Muñoveros, en colaboración con la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia. Con motivo de la inauguración de la escultura, la Corporación Municipal de Muñoveros, con la participación de la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, publicó un díptico cuyo texto reproducimos a continuación.

Monumento a las generaciones precedentes

HOMENAJE A LAS GENERACIONES PRECEDENTES

Las gentes de los pueblos de las generaciones anteriores parecían hechas con retazos de personajes bíblicos. Reunían en su persona la obediencia de Abraham, la paciencia de Job, la sabiduría de Salomón... quienes hemos llegado después les recordamos con admiración. Y no porque fueran nuestros padres o nuestros abuelos; sabemos que la vida les trató con rigor pero ellos no se achicaron nunca. Trabajaban hasta la extenuación y lo hacían con alegría. Qué extraño duende el suyo: iban y venían del trabajo derramando canciones. Y observaban el mundo con cierta socarronería. Apenas alcanzaron riquezas pero siempre estuvieron dispuestos a darse a los demás, a echarse una mano, a compartir.

Somos sobre todo hijos de una época. Y acaso nuestra época nos ha configurado con un afán desmedido por rentabilizar el tiempo. Nos persigue la prisa. De ahí que nos acordemos ahora de aquellas generaciones de hombres y mujeres, abuelos y tatarabuelos, que labraron la tierra con mimo y esfuerzo, que lavaban la ropa rompiendo el hielo del arroyo.

Lo expresó muy bien una paisana nuestra: "Mirando la sábana de los diecisiete remiendos que debió de ocuparle tantas tardes a mi abuela, para acabar luego de guardapolvos de baúl, pensé que aquello, más que un trozo de tela, era todo un tratado de Filosofía: entre puntada y puntada se enredaba una visión del mundo".

Por suerte el tiempo nos ha liberado de aquellos trabajos. De modo que no es nostalgia del tiempo ido, se trata de admiración porque se enfrentaron a la vida con naturalidad. Muchos de aquellos valores serían precisos hoy para humanizar un poco nuestros días.

Esta idea motriz fue la que impulsó al Ayuntamiento de Muñoveros a realizar un monumento a las generaciones que nos precedieron, que nos habían trasmitido una herencia impagable.

Y ésta fue la idea que le expusimos al escultor José Antonio Abella, y él la captó de manera admirable, primero a través de un poema hermosísimo donde cristalizan esos valores, y luego con una escultura que sintetiza, a través de la ternura y el trabajo de un labrador, buena parte de esas ideas. Le pedimos también que incorporara el poema al monumento porque ambas creaciones se refuerzan.

La Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, que este año nos honra celebrando su "Día de la Tierra" en nuestro pueblo, consciente de los problemas económicos que asedian a un ayuntamiento pequeño, decidió, con una generosidad infinita, hacerse cargo de los gastos de la escultura.

Como el final feliz de un cuento, nuestro sueño se ha cumplido. Y aquí estamos hoy, ante la obra de José Antonio Abella, levantada gracias a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, en homenaje a las generaciones precedentes.

La Corporación Municipal de Muñoveros
Primavera de 1999


Se puede descargar el díptico escaneado en formato PDF haciendo clic en el icono: 📖 [77 Kb]



 

Monumento a la Trashumancia [vista lateral] — 2000

Monumento a la Trashumancia. 2000
Bronce. 350 x 930 x 360 cm

Monumento a la Trashumancia [vista frontal] — 2000

Monumento a la Trashumancia [vista frontal]

Grupo escultórico situado en la glorieta del Pastor de Segovia (confluencia de la carretera de San Rafael con la avenida Gerardo Diego), instalado el 13 de junio de 2000. Con motivo de la recuperación de la Dehesa del Alto Clamores y de la colocación en sus inmediaciones del Monumento a la Trashumancia, el área de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Segovia editó la obra titulada El paisaje y la memoria, de la que se reproduce a continuación el poema y el texto escrito por José Antonio Abella.

EL CORAZÓN DE BRONCE

Somos hijos de héroes que nunca conocieron
su condición de héroe. De hombres que escribían
epopeyas anónimas. De sencillos pastores
que cruzaban montañas con pasos de gigante.
De ellos descendemos. Parecían de bronce
pero eran de carne, de la materia terca
del dolor y los sueños. Sentían la fatiga,
la sed de los eriales, el hielo de las cumbres,
la ausencia de los suyos. Pero iban alegres
a los pastos de invierno, sin volver la mirada,
la canción en los labios. Después, las noches largas,
los aullidos cercanos, las madrugadas frías
y el rosicler de hembra que tiñe el horizonte
de tibias añoranzas. Otra nueva jornada
para medir la tierra, el corazón, la sangre.
Delante, las ovejas con la cabeza gacha,
las dóciles merinas de cuya lana surgen
catedrales, palacios. Al lado, los mastines
con sus grandes carlancas, vigilantes y fieles
en las lunas de lobo. Encima, el sol, la lluvia,
las noches estrelladas, el cielo prometido.
Y debajo, la tierra, la gravedad oscura
que tira de las piernas sin detener la marcha.

Vivir fue siempre eso: Crecer contra la tierra
que tira de nosotros, crecer como los árboles,
ser troncos que caminan, montañas que resisten.
Seguir, paso tras paso. Pasar, dejar la huella
que pronto será polvo… De polvo nos crearon
igual que a las montañas. Somos polvo que sangra.
Y polvo que se yergue, y polvo que trashuma
a dehesas de sueño con rebaños de humo.

Otros hombres hicieron el camino que hacemos.
Nuestra huella se pierde, mas el camino queda.

(José Antonio Abella, 2000)

▶ Más información

Comentario del autor:

El bronce y la palabra. Ambos, tan distintos, son materiales que perduran y ambos, en este homenaje a la trashumancia, relatan una misma historia, la epopeya de seres anónimos cuyo esfuerzo hizo de Segovia la ciudad que ahora vemos, ese patrimonio de la Humanidad del que todo segoviano bien nacido ha de sentirse orgulloso.

El fenómeno de la trashumancia es esencial para comprender la Segovia de los siglos XVI, XVII y XVIII, la ciudad próspera que fue y que dejó de ser, la ciudad histórica que, sin grandes modificaciones en su fisonomía, ha llegado a nuestros días. Pastores, mastines, ovejas. Elementos humildes que no figuran con letras de oro –al lado de reyes, navegantes, conquistadores...– en los libros de Historia. Ellos son, sin embargo, junto a una multitud de figuras anónimas, el sustento de la Historia. Si miramos detenidamente los barrios de la vieja Segovia, no será difícil descubrir, en la planta superior de muchos edificios nobles, las columnas de granito o los pies derechos de madera de las galerías donde antaño se secaban las lanas de los famosos paños segovianos. Si leemos los rótulos de algunas calles –Pelaires, Batanes, Cardadores, Tintoreros, Estiradores...– será fácil imaginar la variedad de oficios que se realizaban en Segovia en relación con el mundo de la lana. Si asistimos a algunas de sus fiestas populares, no será raro escuchar, al son de la dulzaina y el tambor, algún canto de esquileo o un romance pastoril...

Es habitual que todas las ciudades dediquen un monumento a sus fundadores. Segovia, según la leyenda, fue fundada por Hércules. Toda leyenda contiene un poso de verdad y quizá ésta, al menos de forma simbólica, también lo contenga: Hércules fue en su juventud pastor de ovejas, y el esfuerzo mitológico de sus doce trabajos no me parece mayor que las penalidades reales de esos otros pastores que, a lo largo de generaciones, fueron fundando –es decir, poniendo los fundamentos, los cimientos– a nuestra ciudad. Creo que hablar de fundadores, en Segovia, no es hablar de Hércules, ni de Roma, ni de Alfonso VI, ni de Raimundo de Borgoña. Es hablar de pastores y de ovejas, auténticos progenitores de nuestra ciudad en los caminos de la trashumancia.

A su esfuerzo titánico responde la potencia buscada en las figuras del monumento, especialmente en la imagen de un hombre piramidal, hombre con espíritu de montaña, sustentado sobre las enormes abarcas de dos pies que dominan la tierra y coronado por un rostro anónimo, rostro sin rostro cuya mirada se pierde en el horizonte con la seguridad y confianza de quien conoce que las dificultades no son sino la vara de medir el esfuerzo propio. He intentado que tanto los volúmenes como la textura de ésta y de las otras cuatro esculturas del monumento transmitan impresión de fuerza y movimiento, avance que no cede ante las inclemencias del tiempo o la aspereza del terreno.

El grupo escultórico carece de pedestal propiamente dicho. Con frecuencia los pedestales crean una falsa impresión de grandiosidad, un distorsionado punto de vista que empequeñece al observador y lo aleja de la obra. La trashumancia fue una epopeya de hombres, no de dioses clásicos. Hombres sin otro pedestal que los caminos ni otra grandiosidad que la de su espíritu. Por ello el grupo escultórico encuentra su asiento ideal sobre una imagen de camino pedregoso, camino que prolonga el que da acceso a la Dehesa del Alto Clamores y que culmina, en breve meseta, sobre la misma rotonda donde está situado.

Con respecto al poema que acompaña al monumento, y que inicia estas consideraciones, poco puedo añadir. Lo escribí días antes de comenzar el trabajo escultórico y sus versos acompañaron en mis oídos a los golpes de mazos y cinceles, al raspado de sierras y escofinas. Yo sabía que ese poema era, de algún modo, el corazón de la escultura. Invisible a través del bronce, pero real, enorme, generoso, libre. Un corazón no sometido a las muchas mezquindades de la vida cotidiana. Un corazón fuerte, sensible al dolor y a la alegría, consciente de su finitud, pero también de su grandeza. Deseaba, y deseo, que quienes intuyan ese corazón en el interior de la escultura se sientan artífices de su ciudad, sientan que su trabajo callado es infinitamente más valioso que el cacareo de cuantos confunden linaje con nobleza y poder con valía. Deseaba y deseo, en resumen, que la lectura de la placa de bronce que contiene el poema ayude a comprender el sentido del monumento, a conservar la memoria de la epopeya trashumante y a fomentar la responsabilidad hacia el futuro de quienes somos, a fin de cuentas, herederos de tanto esfuerzo.



 

Diablillo constructor del Acueducto (Segodevs) — 2019

Diablillo constructor del Acueducto. 2019
Bronce y granito. 180 x 70 x 67 cm

Diablillo constructor del Acueducto [vista lateral]

Diablillo constructor del Acueducto
[vista lateral]

Diablillo constructor del Acueducto [vista posterior]

Diablillo constructor del Acueducto
[vista posterior]

Diablillo constructor del Acueducto [detalle]

Diablillo constructor del Acueducto [detalle]

Según una leyenda popular, el Acueducto de Segovia fue construido en una sola noche por el diablo. Esta escultura, que representa a un diablillo regordete y entrado en años haciéndose un selfie con su obra, se encuentra ubicada en la calle San Juan de dicha ciudad. 📌

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José Antonio Abella en el momento de la inauguración de la escultura. 
		Fotografía © Pablo Martín (EFE)
Fotografía © Pablo Martín (EFE)
Palabras del autor, pronuciadas en la inauguración de la escultura:

Yo no voy a entrar en la leyenda que todos conocéis. A la hora de inaugurar la escultura sí que quiero comentar algunas cosas que me he guardado hasta hoy, hasta este mismo momento.

Como veis, este personaje no es el diablo serpentino que engañó a Eva con su elocuencia. Tampoco es el amante despechado que regalaba collares de oro a Santa Pelagia, a la que recriminaba con mucha amargura haberle dado calabazas... Ni es el diablo con apariencia de hermoso joven que intentaba seducir a Santa Justina (sin éxito, claro está), según nos cuenta Jacobo de la Vorágine en su famosa recopilación de La vida de los santos... ¡Qué me hubieran dicho, si hago a un diablo como un efebo joven y seductor!

Por supuesto, también, como veis, no es el diablo monstruoso descrito por Dante en La divina comedia, con tres cabezas, tres narices y tres bocas. En la cola y las pezuñas (que yo las estoy tapando ahora) tampoco me he inspirado en Dante, pero sí en multitud de representaciones que aparecen desde la Edad Media hasta el mismísimo Goya. En la barriga, quise que se pareciera al demonio pintado por Giotto en la capilla de los Scrovegni de Padua. (Una capilla preciosa y un diablo que merece la pena ser visto, muy barrigudo también.)

Sobre la barriga y otros acúmulos de grasa sí que me quiero extender un poquito más. Cuenta Eça de Queiroz (un escritor portugués del siglo XIX) que el diablo, en su senectud, «dábase al pecado de la gula», asunto que yo también quise investigar, sin recurrir a Rabelais, que también le describe de ese modo. Y así me topé con un libro publicado en Madrid, en 1728: Las pláticas doctrinales del reverendo padre Francisco de Miguel Echeverz, quien, a propósito de la gula, nos dice que «el diablo –son palabras textuales–, toda su fortaleza la tiene en los lomos y en el ombligo». Añade acto seguido que [por] «los lomos se entiende la concupiscencia de la carne y por el ombligo, que es el centro del vientre, se entiende la gula y la glotonería».

Un demonio que ha vivido en la tradición de Segovia durante tantos siglos, me dije, no ha podido pasar hambre. Y así me he imaginado a un pobre diablo, venido a menos, con algunos años encima y muchos kilos de más... Una caricatura del diablo, que si a alguien debería ofender es al propio diablo. Un diablillo madurito y de buen perder, que ni conquistó el alma y los favores de la moza segoviana, ni consiguió arrebatar a los romanos el mérito de la construcción del Acueducto (quizá porque solo trabajó como ayudante). Por eso le vemos así, con esas tenazas de cantero en la mano, ingenuamente satisfecho de "su obra", su obra más famosa, con la que se hace un selfi, porque el diablo, para nuestra desgracia, es capaz de vivir durante milenios y llegar a nuestros días.

Y quiero terminar añadiendo una cosa, y es que yo no le pido nada a este diablillo entrado en años y en carnes. Yo no le pido nada, pues el diablo, si existe de verdad, no habita en las esculturas, tenedlo por seguro. Al Dios de mis padres, al Dios de la fe sencilla que me inculcaron en mi infancia, sí que le pediría una cosa, y es que haga de Segovia una ciudad amable, sonriente, tolerante, educada, y si es posible, buena.

José Antonio Abella, 23 de enero de 2019