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Con este título hemos clasificado las esculturas modeladas y talladas en yeso y otros materiales para ser fundidas en bronce con la técnica de moldeo a la cera perdida. José Antonio Abella trabajará fundamentalmente con la Fundición artística Yunta de Fuenlabrada (Madrid) a lo largo de dos décadas (desde finales de los años 90 hasta 2019).
Hombre de cuello largo II.
Bronce. 36,5 x 17,5 x 11 cm
Número de ejemplares: 7
Madre e hijo (Corazón). 1983-1998.
Bronce. 47 x 25 x 13 cm
Número de ejemplares: 9
Comentario del autor: Hay esculturas que producen sosiego y ésta, para mí, es una de ellas. Fue tallada cuando mi hijo pequeño no había cumplido su primer año. Luego, a lo largo de casi tres lustros, hasta su fundición en 1998, su frágil modelo de yeso soportó cuatro mudanzas, un invierno a la intemperie y múltiples meses de olvido en trasteros con pésimas condiciones. A pesar de ello, resistió sin apenas sufrir daños. Por ello, el enorme corazón común que une las cabezas de la madre y el hijo, además de su evidente simbolismo, representa para mí el deseo de permanencia de la propia materia, ajeno a mi voluntad, la aspiración de todo ser a permanecer en sí mismo que proclamaba Spinoza.
Monumento a las generaciones precedentes. 1999.
Bronce. 73 x 65 x 45 cm
Colocado en la Plaza Mayor de Muñoveros (Segovia) el 29 de mayo con motivo del "Día de la Tierra" de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, esta escultura se acompaña de un poema, escrito en bronce y situado en la base de la escultura.
Sobre hombros y hambre
ha crecido la Tierra.
A lo largo de siglos,
anónimos atlantes
sostuvieron el mundo
con sudor y con sangre.
Tú eras uno de ellos.
Un día, y otro día,
y así los días todos,
camino de los campos
crecían las auroras
sobre tus hombros, padre.
De sudor, no de lluvia,
nacieron los trigales,
de sudor las acequias,
los surcos alineados,
los árboles frutales.
De sangre nos hacemos.
De sudor y de sangre
los dones de la tierra,
el trigo, la manzana,
las patatas humildes,
la flor de los guisantes.
Tus hombros sostuvieron
un sueño bien sencillo:
vivir era dar vida,
vivir era bastante.
Tus hombros son hoy polvo,
limo, apenas nada,
pero ayer sostenían
–seguros, fuertes, grandes–
los arados, la tierra,
el pan y las auroras,
la luz de las estrellas.
Estás en mi recuerdo
con caminar pausado,
el sol en las pupilas
al final de la tarde.
Volvías del trabajo,
transportabas el mundo…
… Y yo iba en ese mundo,
sobre tus hombros, padre.
(José Antonio Abella, 1999)
Το κυριώτερο (Lo principal). 1999.
Bronce. 76 x 69 x 29 cm
Número de ejemplares: 1
Escultura seleccionada en la XIII Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes, organizada por el Consejo Superior de Deportes del Ministerio de Educación y Cultura.
Comentario del autor: Con demasiada frecuencia se confunde deporte con rivalidad. La afirmación de un equipo se hace sobre la negación de otro, y contrincante se convierte en sinónimo de contrario. Nada más lejos del espíritu deportivo, donde la confrontación se mide por el respeto mutuo, por la aceptación común de las reglas, por el reconocimiento a la complementariedad del contrincante.
En el terreno de juego, todos somos iguales entre iguales. La fortaleza y habilidad del otro nos dan la medida de nuestra propia habilidad y fortaleza. Sin ese talante de confraternidad, el deporte pierde su verdadero sentido.
Το κυριώτερο (To kyriótero), cuya raíz griega (κύριε, kyrie) significa señor, es una escultura animada por tal espíritu. Sus figuras no recogen el momento esplendoroso del triunfo, el esfuerzo llevado a su límite, la belleza del cuerpo humano en movimiento, la grácil pirueta del músculo en acción. Recogen algo físicamente más sencillo y anímicamente más valioso: un apretón de manos, un sincero y noble apretón de manos en el que convergen las líneas de fuerza de la escultura y en el que deberían convergir las líneas de fuerza del deporte.
Por encima del dinero y de la fama, del espectáculo y de las pasiones, de los goles y de los resultados, ningún premio, ninguna medalla, ninguna copa son comparables a ese gesto sencillo con el que los deportistas reflejan lo mejor de su condición, su calidad humana. Το κυριότερο. Lo principal. Lo importante. Señores entre señores.
Siempre adelante o El hombre de los pájaros. 1999.
Bronce. 125 x 55 x 40 cm.
Número de ejemplares: 1
Obra seleccionada para participar en el Salón Internacional Itinéraires 99. Levalloise (París)
Comentario del autor: Salimos de un siglo paradójico, maravilloso y terrible al mismo tiempo. La ciencia y la tecnología se han desarrollado de un modo extraordinario, en nada paralelo a la evolución de la sabiduría y el corazón humanos.
Nunca fue más fácil la vida del hombre sobre la Tierra. Y nunca más difícil. Las peores guerras han asolado este siglo. Millones de muertos por el hambre y la metralla. Los poetas conviven con los francotiradores. Los microondas con las minas antipersonas.
Cada hombre es todos los hombres. Hechos de barro y sueños, heridos por la esperanza y mutilados por la realidad, nuestro sentido es seguir hacia adelante, reinventar cada mañana la utopía, arrastrar nuestra incertidumbre en pos del sueño que nos hace humanos.
Le Temps (El Tiempo). 1999.
Bronce. 125 x 59 x 30 cm
Número de ejemplares: 1
Obra seleccionada para participar en el Salón Internacional Itinéraires 99. Levalloise (París)
Comentario del autor: Siempre me han gustado las tortugas. Representan el origen, la sabiduría, la longevidad. Son imagen de un estado primitivo de la vida en la Tierra. Pasado que pervive en su lento caminar. Duermen, enterradas, en invierno. Despiertan con la primavera. No viven contra el tiempo ni contra el mundo. Ellas mismas son su propio refugio, su morada, su ataúd.
En contraposición con la lentitud sabia de las tortugas, con su adaptación a los ciclos de la Naturaleza, el ser humano vive en continuo vértigo, con la velocidad como bandera, siempre luchando para que sean el tiempo y la Naturaleza quienes se adapten a sus deseos.
Por eso, la imagen de un hombre cabalgando una tortuga resulta trágica y cómica al mismo tiempo. Trágica y cómica como el imposible afán por detener lo inexorable, de querer persistir a cualquier precio, de vivir como si la eternidad fuese la medida de nuestros actos.
Monumento a la Trashumancia. 2000.
Bronce. 350 x 930 x 360 cm
Grupo escultórico situado en la glorieta del Pastor, junto a la Dehesa del Alto Clamores (confluencia de la carretera de San Rafael con la avenida Gerardo Diego), Segovia.
Somos hijos de héroes que nunca conocieron
su condición de héroe. De hombres que escribían
epopeyas anónimas. De sencillos pastores
que cruzaban montañas con pasos de gigante.
De ellos descendemos. Parecían de bronce
pero eran de carne, de la materia terca
del dolor y los sueños. Sentían la fatiga,
la sed de los eriales, el hielo de las cumbres,
la ausencia de los suyos. Pero iban alegres
a los pastos de invierno, sin volver la mirada,
la canción en los labios. Después, las noches largas,
los aullidos cercanos, las madrugadas frías
y el rosicler de hembra que tiñe el horizonte
de tibias añoranzas. Otra nueva jornada
para medir la tierra, el corazón, la sangre.
Delante, las ovejas con la cabeza gacha,
las dóciles merinas de cuya lana surgen
catedrales, palacios. Al lado, los mastines
con sus grandes carlancas, vigilantes y fieles
en las lunas de lobo. Encima, el sol, la lluvia,
las noches estrelladas, el cielo prometido.
Y debajo, la tierra, la gravedad oscura
que tira de las piernas sin detener la marcha.
Vivir fue siempre eso: Crecer contra la tierra
que tira de nosotros, crecer como los árboles,
ser troncos que caminan, montañas que resisten.
Seguir, paso tras paso. Pasar, dejar la huella
que pronto será polvo… De polvo nos crearon
igual que a las montañas. Somos polvo que sangra.
Y polvo que se yergue, y polvo que trashuma
a dehesas de sueño con rebaños de humo.
Otros hombres hicieron el camino que hacemos.
Nuestra huella se pierde, mas el camino queda.
(José Antonio Abella, 2000)
Torso de caballero. 2001.
Bronce. 125 x 110 x 50 mm
Número de ejemplares: 173
Edición de 170 ejemplares, más tres pruebas del autor. De esta edición, única e irrepetible, los 150 primeros ejemplares han sido realizados en exclusiva para Caja Segovia. El autor certifica que, tras la fundición del último ejemplar, los moldes fueron destruidos.
Comentario del autor: Ninguna riqueza es comparable al tesoro de la vida. El caballero lo sabe, y por eso protege su torso con una fuerte coraza. Pero también sabe que ni la plata, ni el oro, ni tan siquiera la vida son el único tesoro, que los tesoros más valiosos son aquéllos que se poseen sólo cuando se dan, que los corazones acorazados son siempre corazones ruines. ¿Qué coraza puede proteger el espíritu, los sueños, la virtud, el amor, la verdadera nobleza?
Quizá por eso la cabeza del caballero mira al cielo, sin celada ni recelo, con la confianza de saber que una fuerte coraza protege el tesoro de sus latidos, pero que ninguna coraza constriñe el tesoro de sus ideales, su corazón verdadero.
Edelgard. 2010.
Bronce. 55 x 38 x 77 cm
Número de ejemplares: 3
Obra finalista en el II Certamen Iberoamericano de las Artes.
Edelgard Lambrecht es la protagonista de La sonrisa robada, novela galardonada con el XII Premio de la Crítica de Castilla y León y que le llevó varios años de documentación y viajes a su autor.
Entre enero de 1949 y diciembre de 1953, esta joven alemana, aquejada de una extraña enfermedad muscular y con un pasado trágico —marcado por la Segunda Guerra Mundial, su expulsión de Pomerania y el sufrimiento infligido por los soldados rusos y polacos— intercambiará una intensa correspondencia con el poeta español José Fernández Arroyo. En aquellas cartas se destila la sensibilidad extraordinaria de Edelgard, su anhelo por sobreponerse al infortunio y su amor a todo lo que en la vida merece ser amado.
Adolescente dormida. 2014?
Bronce. 28 x 68 x 50 cm
Número de ejemplares: 1